Por un lado, las empresas industriales promueven el desarrollo de un amplio conjunto de servicios complementarios (ingeniería y diseño, asesoramiento legal, fiscal y financiero, servicios informáticos, transporte de mercancías, marketing y publicidad…), que no alcanzarían un nivel significativo de no existir esa base industrial. Por otra parte, la industria moviliza un amplio volumen de recursos naturales y genera a menudo toda una serie de residuos que, de no ser gestionados adecuadamente, pueden provocar impactos negativos sobre el medio ambiente.

La industria española ha experimentado profundos cambios asociados a la llamada tercera revolución industrial. Éstos suponen una creciente incorporación de las nuevas tecnologías de información y comunicación, la progresiva globalización de sus mercados, y el consiguiente aumento de la competencia, junto a formas de organización más flexibles y descentralizadas. Tal como ocurrió en anteriores revoluciones industriales, esto ha supuesto también una alteración en las pautas de localización de las empresas, lo que ha dado origen a un nuevo mapa industrial en el que algunas áreas de larga tradición se han visto afectadas por un acusado declive, otras mantienen su dinamismo a partir de una profunda renovación y, al mismo tiempo, emergen nuevos espacios con capacidad para atraer inversiones o generar iniciativas endógenas. Todo ello se traduce en una renovación y, sobre todo, una multiplicación de paisajes industriales, que aquí se resumen en algunos de sus tipos principales.

En las grandes ciudades, las fábricas y talleres -así como el empleo manufacturero en su conjunto- reducen su presencia por comparación con las actividades terciarias, pero son muchas las empresas nacionales y transnacionales que aún mantienen en ellas sus oficinas centrales, delegaciones comerciales y de servicio al cliente, laboratorios y centros de investigación, almacenes, etc., lo que diversifica la tipología de paisajes hoy asociados a la implantación de empresas industriales. La ciudad de Madrid ejemplifica la complejidad de esa industria urbana actual, fuertemente integrada con los servicios, así como las diferentes pautas de localización intraurbana que caracterizan a cada una de esas funciones.

Como complemento a lo que ocurre con la industria en las grandes aglomeraciones, una parte de los espacios rurales españoles experimenta un innegable dinamismo industrial en las dos últimas décadas, bien por deslocalización de empresas urbanas o por el surgimiento de iniciativas locales, generalmente de pequeño tamaño y en sectores tradicionales. Si los bajos costes de instalación, la mejora de las comunicaciones y la precariedad en el empleo son factores de atracción tradicionales, los fenómenos de industrialización rural conocidos no excluyen ejemplos de lugares donde la innovación y la construcción de redes de colaboración están impulsando procesos de desarrollo local. La región de Castilla-La Mancha, que desde los años 80 del pasado siglo muestra un dinamismo industrial superior al promedio español, reúne en su interior una amplia variedad de procesos y paisajes industriales, que son patentes en sus áreas rurales. Así, al dinamismo de un municipio periurbano como Illescas, en la Sagra toledana contigua a la región metropolitana madrileña, se contrapone el de un pequeño núcleo especializado en la fabricación de puertas a partir de una multiplicación de microempresas locales como Las Valeras (Cuenca), o el caso de Sonseca (Toledo), en donde se ha configurado un verdadero sistema productivo local en la fabricación de muebles, yuxtapuesto a actividades de larga tradición como el textil o la fabricación de mazapán.

 Mayor estabilidad en cuanto a su evolución reciente es la que registran algunos enclaves industriales portuarios, especializados en sectores intensivos en el uso de recursos naturales transportados por vía oceánica, que siguen encontrando en esos puntos de ruptura de carga su localización idónea para llevar a cabo su transformación. En el pasado, esos centros industriales portuarios albergaban una importante presencia de sectores como la siderurgia o la construcción naval, que entraron en crisis ante la competencia de nuevos países industriales de costes muy inferiores. En la actualidad, los más dinámicos se identifican con polos petroquímicos, en donde a la primera transformación del crudo se añaden empresas que realizan una amplia variedad de productos derivados. Junto con otros como los de Tarragona, bahía de Algeciras, etc., el polo petroquímico de Huelva es el ejemplo elegido, por reflejar con claridad tanto la personalidad de este tipo de paisaje industrial dominado por grandes instalaciones, como los elevados costes ambientales derivados para el entorno.

Pero el mejor reflejo de esta nueva era industrial lo supone la presencia de diversas áreas de tradición industrial en reconversión, mal adaptadas al actual contexto productivo y a la nueva división espacial del trabajo. En contraste, surgen los llamados espacios tecnopolitanos o tecnopolos, exponentes de la llamada sociedad de la información y el conocimiento. La ría de Avilés, y su complejo siderometalúrgico, son fiel reflejo de las dificultades y del abandono que han padecido muchos de esos espacios, asociados a la industria pesada o de cabecera y a la gran fábrica desde los inicios de la reconversión industrial en los años ochenta. Como contrapunto, el Parque Tecnológico de Andalucía, en Málaga, uno de los más dinámicos entre los existentes en España, refleja en su morfología y el tipo de empresas ubicadas ese intento de integrar investigación, desarrollo tecnológico, innovación y producción, que con éxito desigual ha surgido en casi una veintena de ciudades.

 

PAISAJES INDUSTRIALES

Ejemplo

Autores

Presentación general

Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle. Consejo Superior de Investigaciones Científicas-IEG

Madrid

Inmaculada Caravaca Barroso (Universidad de Sevilla) y Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle (Consejo Superior de Investigaciones Científicas-IEG)

Castilla-La Mancha

Inmaculada Caravaca Barroso (Universidad de Sevilla) y Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle (Consejo Superior de Investigaciones Científicas-IEG)

Avilés (Asturias)

Felipe Fernández García (Universidad de Oviedo) y Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle (Consejo Superior de Investigaciones Científicas-IEG)

Huelva (Andalucía)

Inmaculada Caravaca Barroso (Universidad de Sevilla) y Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle (Consejo Superior de Investigaciones Científicas-IEG)

Málaga (Andalucía)

Inmaculada Caravaca Barroso (Universidad de Sevilla) y Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle (Consejo Superior de Investigaciones Científicas-IEG)