La Sierra de Aitana presenta un aspecto abovedado en sentido longitudinal de Este a Oeste,  sobre todo si se observa desde el sur,  que le otorga un carácter macizo y la convierte en frontera desde el punto de vista climático y biogeográfico. Está constituida por un fragmento de la cobertera sedimentaria, fundamentalmente paleógena, que ha sido levantada por una tectónica de fractura, lo que ha configurado un horst cresta dando lugar a un escarpe de falla en la vertiente septentrional (figura 1). Es este rasgo estructural el que determina su variedad climática y, por tanto, biogeográfica.

De un modo general, y obviando las variaciones a una escala de mayor detalle, existe una acusada disimetría en las precipitaciones entre la vertiente septentrional y la meridional. Respecto a  las temperaturas se observan diferencias entre mitad oriental (por su proximidad a la costa y por los valles abiertos al E y al SE) y occidental (con presencia de heladas e inversiones térmicas en los valles más encajados).

La estructuración del relieve, y una variada litología en la que predominan las calizas en los escarpes y en los sectores más elevados,  mientras que las margas lo hacen en los taludes y fondos de valle, determinan:

·        Un modelado cárstico (figura 3) y procesos en la evolución de los escarpes con desprendimientos de grandes bloques, deslizamientos y fenómenos de clima frío (sobre todo en el pasado) que han generado derrubios estratificados y canchales.

Los dominios potenciales de vegetación se ciñen a los pisos bioclimáticos:

·        Termomediterráneo: coscojar

·        Mesomediterráneo: carrascal sublitoral

·        Supramediterráneo: carrascal supramediterráneo

De manera localizada, la vegetación permanente o de ecótopos singulares está representada por la  rupícola (cantiles rocosos, canchales, etc) y la ripícola (ramblas y barrancos).

La elevada diversidad vegetal de la sierra de Aitana se explica por la variedad topográfica, litológica y climática, lo que justifica que sea en el piso supramediterráneo y en ecótopos rocosos donde se encuentre el mayor número de endemismos, entre los que destaca la corona de rey (Saxifraga longifolia var aitanica). La vegetación actual, tanto por su composición florística como por su estructura vegetal, es resultado de una intensa humanización: agricultura (figura 2), ganadería, comercio de la nieve (figura 3), aprovechamientos forestales, repoblaciones y, unido a la mayor parte de estos usos, el fuego. El resultado es una vegetación de sustitución caracterizada por el predominio de aulagares (Ulex parviflorus o Genista scorpius) y jarales (Cistus albidus, C. salviifolius o C. clusii) junto a algunas manchas de pinar fruto de las plantaciones (figura 4). De la vegetación potencial sólo quedan los carrascales carboneados, las formaciones mixtas de carrasca con arce o fresno en las laderas con mayor pendiente de las umbrías (figura 5) y el matorral rupícola y cacuminal. (figura 6)

 

Autores: Ascensión Padilla Blanco.

Juan Antonio Marco Molina. Universidad de Alicante