El archipiélago de las Cíes está compuesto por tres islas principales y algunos islotes menores. Situado frente a la Ría de Vigo y de disposición N-S, es de constitución granítica y debe su origen a la tectónica de bloques que conformó este sector de las Rías Bajas en el alpino.

El relieve es muy escarpado, lo que permite alcanzar alturas de 200 metros. Sin embargo, muestra una fuerte disimetría entre ambas vertientes. La occidental (a la derecha en la figura 1) está expuesta a la acción erosiva del viento y del océano, por lo que es mucho más abrupta y acantilada. La oriental, en cambio, está más resguardada, y presenta un perfil más suave y alberga playas y campos dunares de cierta extensión (destacando la de Rodas que une las islas del Norte y del Faro). 

Ligados al sustrato y a la topografía, los suelos están poco desarrollados,  son ácidos y pobres lo que, unido al efecto del viento y a una acusada sequía estival, limita el desarrollo de la vegetación. No obstante, ésta presenta una cierta diversidad: las zonas más expuestas son el dominio de las plantas rupícolas adaptadas a la elevada salinidad y a los nitratos procedentes de las deyecciones de las aves. En las posiciones más resguardadas el suelo es mejor, y permite una cubierta de matorral a base de toxo (Ulex europaeus) y carpaza (Cistus salvifolius) o, incluso, plantaciones de eucaliptos y pinos, introducidos a partir de la década de 1940, y que implicaron la práctica destrucción de las masas originarias de cerquiño (Quercus pyrenaica). Por fin, los arenales conservan interesantes comunidades exclusivas.

Las diferentes zonas de vegetación, junto a las áreas de roquedo, acantilados y al humedal del lago de Os Nenos, proporcionan un conjunto de hábitats que cobijan algunas de las colonias de aves marinas más ricas de la Península. Especialmente relevantes son la gaviota patiamarilla (Larus cachinnans), que con sus 22.000 parejas reproductoras constituye la mayor colonia mundial, los cormoranes moñudo y marino (Phalacrocorax aristotelis y P. carbo) o especies muy escasas como el arao (Uria aalge). Esta riqueza ornítica justificó la adopción de una ZEPA (zona de especial protección para la aves) para el conjunto del archipiélago,  ya desde 1988 (véase figura nº2).

Finalmente, hay que destacar la gran productividad biológica del mar gracias a un fenómeno de afloramiento de aguas profundas, ricas en nutrientes, y a su elevada transparencia. Gracias a ello, se encuentran en las Cíes sobresalientes ecosistemas marinos, como los grandes campos de algas pardas de los géneros Laminaria y Sacorhiza, incluidos en el ámbito del Parque Nacional.

Sin embargo, las islas Cíes son muy pequeñas y, en consecuencia, resultan muy vulnerables. Accidentes como la marea negra causada por el hundimiento del “Prestige” en el año 2002 producen impactos cuyas secuelas pueden resultar prácticamente irreversibles a corto plazo, mientras que la simple presión involuntaria de los millares de turistas que visitan las islas puede resultar incompatible con la presencia, o el mantenimiento, de las pautas de comportamiento de un buen número de especies.

 

Autor: Juan Carlos García Codrón. Universidad de Cantabria