El paisaje urbano del municipio de Montcada i Reixac presenta un aspecto caótico, caracterizado por la falta de estructuración urbana y de conectividad entre los distintos barrios (figura 1). Ello tiene su origen en la propia orografía (Turó de Montcada 270 m), en la importante red fluvial (tres ríos) que lo atraviesa pero, también, en el conjunto de infraestructuras viarias que han condicionado su crecimiento y (des)ordenación (figura 2).

La población situada a unos 100 m de altitud disfruta de un clima templado, aunque húmedo. Hasta principios del siglo XX  la agricultura  (trigo, patatas, árboles frutales y viñedos) fue el sector fundamental de su economía. Pero a partir de 1917, tras la instalación de la empresa de cemento Asland (figura 3), la ciudad inició un importante proceso de industrialización. Actualmente la industria ocupa el 70 % de la población activa y se localiza en diez polígonos industriales.

El “Turó de Montcada”, antes de ser explotado como cantera, alcanzaba originalmente 300 metros de altitud. La compañía de cemento Asland construyó en 1917 su fábrica en Montcada para explotar los excelentes yacimientos de roca calcárea que, junto con las pizarras, presentaba unas condiciones óptimas para la explotación y producción de cemento. La explotación provocó una gran contaminación atmosférica y, por ello, en la década de 1980 las movilizaciones vecinales frenaron la extracción y forzaron la adopción de medidas para reducir la emisión de partículas. No obstante, en la actualidad se siguen sufriendo todavía algunas consecuencias de esta actividad extractiva, como son los procesos erosivos, la pérdida de vegetación y la formación de depresiones topográficas de origen totalmente antrópico.

Del total de su superficie,  un 22% es suelo urbano, y un 50% suelo no urbanizable, el resto es urbanizable (programado, no programado, sistemas generales). El suelo no urbanizable comprende cinco zonas o espacios naturales,  que ofrecen una vegetación variada: bosque mixto, resultado de la explotación y desaparición del bosque primitivo de encinas y robles, “maquia” con un estrato arbustivo con dominancia de lentisco, y zonas de matorral. En la encuesta que se realizó para elaborar la auditoria ambiental municipal (dentro del programa Agenda 21 local), se detectó en los habitantes un considerable desconocimiento de los entornos naturales, muchas veces por no considerarlos “espacios naturales”. Más del 55% cree que los entornos naturales son insuficientes, y sólo los visitan frecuentemente un 8% de la población.

Esta misma encuesta destaca que lo más valorado por la población es su proximidad a Barcelona, la facilidad de comunicación y el transporte público, así como la proximidad al lugar de trabajo; y, en cambio, lo que más le desagrada es la contaminación. Se destaca una fuerte sensibilización respecto a la contaminación atmosférica ligada a la presencia de industrias, a la fábrica Asland, a la incineradora y al transporte por carretera. En general se asocia la mejora de la calidad de vida con la ocupación laboral, la vivienda, la seguridad ciudadana y la salud pública. Pero estas mejoras se espera que las realicen las administraciones, obviando el compromiso ciudadano.

Nos encontramos pues ante un paisaje que, en menos de cien años, ha cambiado totalmente su estructura. De un paisaje básicamente rural en el que los elementos abióticos, bióticos y antrópicos se estructuraban y evolucionaban gracias al concurso de las energías naturales, aunque también antrópicas en menor medida, ha pasado a convertirse en un paisaje básicamente urbano (figura 4), donde dominan las energías y elementos antrópicos (infraestructuras, viviendas, población, etcétera), dirigiendo su dinámica. La proximidad a Barcelona hace prever un pronóstico de constante crecimiento, y apunta su pérdida de identidad por enlazar ya algunos de sus barrios con los de Barcelona-ciudad.

El Ayuntamiento en los últimos años está desplegando una política ambiental importante. Desde la consejería de Medio Ambiente se diseña y elabora material sobre itinerarios de naturaleza y culturales. Mantiene una política de depuración de las aguas de los ríos, y de reducción de la contaminación atmosférica, sonora y lumínica, al tiempo que promueve la creación de espacios verdes como, por ejemplo, el Parque de las Aguas.

No obstante, en el siglo XXI, y según el pronóstico de evolución de este paisaje, se plantean una serie de desafíos, como la identidad de la población (sólo un 13% lleva más de 40 años viviendo en Montcada), la necesidad de solucionar la fragmentación de los barrios, la  integración de los diez polígonos industriales, y el mantenimiento de los espacios naturales, entre otros.

Algunas cuestiones que nos podemos plantear en el debate de este ejemplo con los alumnos son las siguientes:

  • ¿Cómo crees que puede evolucionar este paisaje si sigue la dinámica actual?

  • ¿Debería continuar creciendo?

  • ¿Qué medidas adoptarías para conectar los barrios?

  • ¿Cómo se pueden integrar los polígonos industriales, si es que deben integrarse?

  • ¿Y las infraestructuras viarias?

  • ¿Crees que hay posibilidades de que la identidad del municipio quede diluida?

  • ¿Qué propondrías como ciudadano al Ayuntamiento?

  • ¿Consideras que es posible en este caso un desarrollo sostenible? En caso afirmativo: ¿cómo conseguirlo?

  • ¿Conoces algún paisaje parecido o similar en tu comunidad?

 

Autores: M. del Tura Bovet Pla, Rosalina Pena i Vila y Jordi Ribas i Vilàs. EQUIP -

Servicio de Paisaje,  Universidad de Barcelona