En muchos casos estos cambios se han producido de forma traumática, originando paisajes desestructurados y fragmentados. De ahí el interés de incorporar algunos ejemplos bajo el epígrafe de “paisajes problema”, entendidos como aquéllos en los que, por diversas razones, existe un desencuentro entre las claves naturales que lo rigen y las intervenciones humanas que en ellos han tenido lugar. Estos casos constituyen un buen trazador de los conflictos que surgen entre naturaleza y sociedad, o entre grupos sociales, y se consideran un “problema” porque en ellos hay conflictos por resolver. En definitiva, son un elemento de diagnóstico de la salud de un territorio y de la sociedad que lo gestiona.

Paradójicamente, y quizá como reacción al deterioro de muchos de nuestros paisajes, en las últimas décadas se constata una progresiva toma de conciencia sobre el valor del paisaje. En este sentido, la Convención Europea del Paisaje, promovida por el Consejo de Europa (Florencia, 2000), representa la cristalización del nuevo papel que, en su escala de valores, empieza a otorgarle la sociedad actual. En el texto de la Convención se reconoce que el paisaje constituye un recurso común, que es un componente esencial de la calidad de vida, tanto en los espacios singulares como en los cotidianos, y que su protección, gestión y ordenación implican derechos y responsabilidades.

            Los ejemplos seleccionados, lejos de agotar la casuística de la problemática abordada, sólo pretenden mostrar algunas luces y sombras de las nuevas formas de producir paisaje. Los tres primeros ponen de relieve su lado más oscuro, los otros dos indican que también es posible –con una gestión adecuada- recuperar paisajes.

            En el caso de Montcada i Reixac (Barcelona) se muestra un paisaje urbano fragmentado, “en tensión”, por la falta de estructuración urbana y de conectividad entre los distintos barrios. En este espacio no sólo se ha transformado drásticamente el paisaje agrario preexistente, sino que todo ello ha inducido también significativos problemas ambientales, vinculados a los usos industriales y a la implantación de potentes infraestructuras viarias.

            Por su parte, El Salobral (Madrid) sirve de ejemplo para ilustrar un fenómeno que aún está presente en muchas ciudades españolas, pese a décadas de campañas dedicadas a su erradicación: se trata de los paisajes de la marginación, que representan la otra cara de un modelo de desarrollo cuyos beneficios no se redistribuyen adecuadamente. Estas áreas de urbanización marginal e infravivienda, de chabolas localizadas en los bordes urbanos –junto a vertederos o grandes viales- aglutinan pobreza y exclusión, y resultan fenómenos difíciles de eliminar mientras no se logre una mejor integración de los colectivos de que son reflejo.

            En otro plano bien distinto, el ejemplo de Las Burras-El Veril (Gran Canaria) pone el acento sobre las consecuencias de la transformación urbano-turística de un área, realizada sin criterios ambientales. La ausencia de una política eficaz para controlar la ocupación de cauces y zonas de deslinde marítimo terrestre, la urbanización de áreas sin considerar los diferentes riesgos que pueden afectar a la población y sus recursos, explican las inundaciones sufridas en los últimos años y sus altas pérdidas materiales. La intensidad de la lluvia, en este caso, sólo ha sido el detonante del problema, pero no su única causa.

            Como contrapunto a los tres ejemplos anteriores, otros dos muestran que también es posible actuar de forma positiva para mejorar paisajes “en crisis”. Así, el caso de la desembocadura del Río Besòs (Barcelona) permite constatar cómo se ha transformado el tramo final de un “río-cloaca” y se ha convertido en parque fluvial. Y ello ha sido posible al combinarse adecuadamente la participación ciudadana responsable, la coordinación de las administraciones implicadas, y la incorporación de conocimiento científico del medio y de avances tecnológicos.

            El otro ejemplo, el Parque fluvial Navàs-Berga, localizado entre el sur de la comarca del Berguedà y el norte de la del Bages (Cataluña), ejemplifica la recuperación de un paisaje industrial creado en la segunda mitad del siglo XIX. Las colonias textiles establecidas a lo largo del curso alto del Río Llobregat entran en crisis hacia 1970 y, con ello, empieza a producirse el deterioro de un singular paisaje con alto valor patrimonial. Sin embargo, la reciente creación del parque fluvial y, con ello, el acondicionamiento de la zona para conocer el pasado industrial catalán está permitiendo una clara revitalización económica y la recuperación de este paisaje.

            Los ejemplos mostrados invitan a una reflexión acerca de si hemos intervenido o no correctamente en nuestros paisajes, al tiempo que apuntan sobre las posibilidades que existen para mejorarlos cuando han sido deteriorados. No cabe la menor duda de que, en algunas áreas especialmente transformadas en los últimos cincuenta años, las próximas décadas serán las de la recuperación de los paisajes deteriorados en el periodo anterior. Fomentar la mirada crítica de los alumnos hacia estos “paisajes problema”, comparándolos con otros similares de su entorno próximo, y desarrollar en ellos la conciencia de ciudadanos responsables, forma parte de la estrategia que permitirá incorporar el paisaje como un componente sustancial de la calidad de vida.

 

PAISAJES “PROBLEMA”

Ejemplo

Autores

Presentación general

Emma Pérez-Chacón Espino. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

Montcada i Reixac (Cataluña)

M. del Tura Bovet Pla, Rosalina Pena i Vila y Jordi Ribas i Vilàs. EQUIP - Servicio de Paisaje,  Universidad de Barcelona

Salobral (Madrid)

Elia Canosa Zamora. Universidad Autónoma de Madrid

Las Burras - El Veril (Canarias)

Pablo Máyer Suárez y Emma Pérez-Chacón Espino. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

Río Besós (Cataluña)

M. del Tura Bovet Pla, Rosalina Pena i Vila y Jordi Ribas i Vilàs. EQUIP - Servicio de Paisaje,  Universidad de Barcelona

Navàs-Berga (Cataluña)

M. del Tura Bovet Pla, Rosalina Pena i Vila y Jordi Ribas i Vilàs. EQUIP - Servicio de Paisaje,  Universidad de Barcelona