El núcleo urbano de Torremolinos se extiende por una estrecha franja de tierra entre la Sierra de Mijas, vigoroso relieve conformado principalmente por mármoles, y que alcanza los 1.150 m. de altitud, y el mar Mediterráneo. Se trata de una zona donde predominan las rocas sedimentarias: principalmente piedemontes, con costras calcáreas, y conos de aluviones de los barrancos que descienden de las montañas en las zonas adyacentes a la Sierra de Mijas. Pero también aparecen construcciones tobáceas, materiales cuaternarios indiferenciados y arenas, en las zonas adyacentes al mar. La belleza del paisaje se une a unas condiciones climáticas muy benignas: precipitaciones medias superiores a los 550 mm anuales con un predominio de los días despejados, y una temperatura media anual de 17º C, con inviernos suaves y veranos no en exceso calurosos. Todo ello explica el enorme poder de atracción de esta zona litoral y su consolidación, a nivel mundial, como destino turístico bajo la denominación de “Costa del Sol”.

El municipio de Torremolinos tiene 7 km de litoral, y está formado en su mayor parte por playas de arena (figura 1). Concentra el mayor número de alojamientos de toda la Costa del Sol. Existen más de 95 establecimientos hoteleros, con 9.150 habitaciones y más de 18.000 plazas. Además, cuenta con unos 4.075 apartamentos, un camping con 500 plazas y multitud de pensiones. La oferta de ocio (figura 3) se ve complementada por una ingente  cantidad de bares, pubs, cafeterías, heladerías, discotecas, restaurantes y “chiringuitos” (típicos establecimientos en la playa o junto al paseo marítimo donde degustar el “pescaíto frito”).

El turismo ha sustituido las fuentes tradicionales de la economía del pueblo: los molinos (de donde viene su nombre), la pesca en el barrio de la Carihuela, y las huertas en las partes llanas junto al mar. El primer hotel fue abierto hacia 1941 y, desde entonces, este municipio ha experimentado una enorme expansión, especialmente entre los años 1960 y 1975, etapa en la que casi se triplicó la población de la Costa del Sol. El crecimiento se ha desarrollado de forma descontrolada, conformando una zona urbana muy densamente poblada (figura 2), con una gran diversidad de tipologías constructivas, tanto en los estilos, como en las formas y volúmenes (figura 4), y con unos claros problemas ambientales en lo que se refiere a la gestión de los residuos sólidos urbanos, la explotación de los recursos hídricos, el exceso de tráfico o la contaminación acústica. Después de una crisis bastante marcada en los años 80, la especulación inmobiliaria ha revalorizado este espacio urbano en la actualidad que, a pesar de sus problemas y limitaciones, sigue atrayendo grandes masas de turistas cada año.

 

Autor: Jesús Delgado Peña. Universidad de Málaga