ESPACIOS INDUSTRIALES PORTUARIOS:

COMPLEJO PETROQUÍMICO DE HUELVA

Características generales:

          Desde que en el siglo XVIII se iniciara en Inglaterra la Revolución Industrial, los puertos se consolidaron como uno de los principales tipos de espacios industriales, debido a la combinación de diversos factores. Por una parte, la indudable importancia de un medio de transporte que facilita y abarata el traslado a largas distancias de materias primas y productos acabados de gran volumen y peso, que deben aquí ser trasvasados. Por otro, la posibilidad de contar con abundante agua, elemento imprescindible en muchos procesos productivos, así como la facilidad con que se pueden verter al mar los residuos líquidos cuando el funcionamiento de la factoría así lo requiere.

          Se localizó así junto a los puertos marítimos y algunos fluviales buena parte de la industria siderúrgica, considerada básica en esta primera fase de desarrollo industrial, la dedicada a la construcción naval y la ligada a la transformación de los recursos pesqueros, por citar sólo algunas de las más significativas, además de todas aquellas empresas auxiliares, tanto industriales como de servicios, que encuentran en estos ámbitos ventajas relacionadas con las llamadas economías de aglomeración.

          Los atractivos ejercidos por los espacios portuarios para la instalación de las factorías no sólo se han venido manteniendo con el transcurso del tiempo, sino que a ellos se añadieron algunos otros en la fase industrial denominada fordista o de producción en serie. En primer lugar, un nuevo recurso energético, los hidrocarburos, iba a sustituir progresivamente al carbón mineral,  principal fuente energética durante la primera etapa industrial; tratándose de un producto pesado, el medio prioritario de transporte utilizado para su traslado iba a ser el marítimo, localizándose las plantas encargadas de llevar a cabo el refinado del petróleo en los principales puertos. En segundo lugar,  se empezaba a desarrollar la industria química, que iba a convertirse en sector dominante en esta nueva fase de crecimiento económico; se trata de una actividad que, al utilizar los hidrocarburos como uno de sus principales inputs, se localiza también prioritariamente cerca de las  refinerías. Junto a lo anterior, dicha actividad, al requerir grandes costes en infraestructura y maquinaria, es realizada en grandes establecimientos que necesitan  extensas superficies para sus instalaciones y que, en buena parte de los casos,  mantienen entre ellos importantes interrelaciones. Se explica así la existencia de grandes complejos petroquímicos vinculados a los principales puertos españoles.

      Los procesos de reestructuración productiva iniciados en la década de los setenta afectaron muy especialmente a determinados sectores y empresas, provocando la reducción de la capacidad productiva y del empleo e incluso el cierre de algunas industrias; entre las más duramente influidas por tales procesos cabe destacar las siderúrgicas y las de construcción naval. Es por ello por lo que algunas zonas portuarias especializadas en este tipo de industrias perdieron competitividad y dinamismo, viéndose sometidas a un fuerte proceso de readaptación a las nuevas condiciones socioeconómicas que provocaron cambios en los usos del suelo.  

     Junto a lo anterior, la creciente utilización de contenedores, con la consiguiente reducción de los costes de carga/descarga, ha alterado significativamente el comportamiento de los transportes,  influyendo también en las decisiones de localización de ciertas industrias para las que ya no resulta necesario ubicarse aquí.

Análisis de área:

          El ámbito seleccionado como ejemplo de complejo industrial portuario es el polo químico de Huelva,  que se implanta en los años sesenta del pasado siglo. Surge en relación con la política de planificación económica impulsada en España en la citada década –Planes de Desarrollo-, con el objetivo de promover el crecimiento de la industria en territorios que prácticamente carecían de ella, para lo que se crea el llamado Polo de Promoción Industrial de Huelva.

       En principio, las actividades promovidas en dicho Polo estaban estrechamente ligadas a los recursos mineros de la zona (piritas de hierro y ferrocobrizas), básicas para el funcionamiento de la industria química inorgánica. Junto a lo anterior, la existencia de un puerto, abundancia de terrenos y agua fueron también razones que se tuvieron en cuenta en su momento para localizar aquí una refinería, con lo que se contaba también con las condiciones básicas para que se desarrollase la industria química orgánica.

      El área industrial se emplaza en los términos municipales de Huelva y Palos de la Frontera (figura 6). Las principales empresas se encuentran ubicadas en los polígonos industriales de Punta del Sebo y Nuevo Puerto (figura 7 y figura 3). El primero está emplazado en la antigua zona portuaria en la misma ciudad de Huelva. El segundo, construido con posterioridad junto al nuevo puerto del que toma su nombre, y con una superficie superior al millar de hectáreas (de las que 800 están urbanizadas y más de 500 ocupadas por fábricas) se encuentra emplazado en la desembocadura del Tinto en el municipio de Palos de la Frontera, muy cerca de La Rábida, paraje  habitado que cuenta con varias instalaciones universitarias.

El polo tiene como base las actividades de refino del crudo (figura 3), complementadas por todo un conjunto de industrias químicas pesadas, representadas por grandes empresas en su mayoría transnacionales como Tioxide Europa, Ertoil, Ertisa, FCM Foret, etc. Si bien representan una buena proporción de la potencia en Kw instalada en el conjunto de la industria existente en Andalucía (en torno al 13 %), no suponen más que un pequeño porcentaje del empleo generado por el sector  en la región (más o menos un 3 %).  Este hecho resulta socialmente muy negativo, puesto que ni siquiera se compensan  con la creación de empleos  los graves impactos ambientales producidos por una industria de este tipo: contaminación atmosférica, acumulación de residuos peligrosos y los consiguientes riesgos de explosiones e incendios que, aunque están intentando paliarse con diversas actuaciones correctoras, siguen siendo significativos (figura 8). No puede dejarse al margen el hecho de que los vientos del oeste-suoeste, dominantes en la zona, contribuyen a que las masas de aire contaminadas lleguen a los núcleos urbanos, en los que se perciben claramente los humos y olores producidos por las factorías, con la consiguiente contestación social (figura 1 y figura 2).

 

 

Autores: Inmaculada Caravaca Barroso (Universidad de Sevilla). Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle (Consejo Superior de Investigaciones Científicas-IEG)